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1/5/08

Positivismo

El Positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación positiva de las teorías a través del método científico. El positivismo deriva de epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Auguste Comte y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad. Según la misma, todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse únicamente en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia.

Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución Francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio científico.

Características

iferenciadoras la defensa de un monismo metodológico, específicamente el método de estudio de las ciencias físico-naturales. A su vez, el objetivo del conocimiento para el positivismo es explicar causalmente los fenómenos por medio de leyes generales y universales, lo que le lleva a considerar a la razón como mero medio para otros fines (razón instrumental). La forma que tiene de conocer es inductiva, despreciando la creación de teorías a partir de principios que no han sido percibidos objetivamente. En metodología histórica, el positivismo prima fundamentalmente las pruebas documentales, minusvalorando las interpretaciones generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen adolecer de excesiva acumulación documental y escasa síntesis interpretativa.

Auguste Comte formuló a mediados del siglo XlX la idea de la creación de la sociología como ciencia de la sociedad. Libre de todas las relaciones con la filosofía y basada en datos empíricos en igual medida que las ciencias naturales.

Reacción

Como reacción a la epistemología positivista, surge principalmente en Alemania la epistemología hermenéutica. Entre las críticas que se le hacen al positivismo, está la incapacidad que posee el método de las ciencias físico-naturales para conocer sus objetos de estudio (la sociedad, el hombre, la cultura) los cuales tendrían propiedades como la intencionalidad, la auto-reflexividad y la creación de significado, que serían dejados de lado por la epistemología positivista. A su vez, dentro de la hermenéutica, cabría una crítica a la búsqueda de leyes generales y universales, pues deja de lado necesariamente los elementos que no pueden ser generalizados. Así, algunos hermeneutas defienden un conocimiento ideográfico (de conocimientos más precisos, pero menos generalizables), que uno nomotético (de leyes generales). Finalmente, desde la hermenéutica, se planteó la necesidad de conocer las causas internas de los fenómenos, cuestión que se alejaba de la explicación externa de los fenómenos. Así en vez de buscar la explicación, los hermeneutas buscan la comprensión de los fenómenos.

Durante el siglo XX, a partir de los estudios de Bertrand Russell y otros, el filósofo Ludwig Wittgenstein elabora el texto Tractatus Logico-Philosophicus, que sirve de inspiración para el surgimiento del Círculo de Viena, grupo de intelectuales, que tuvieron como objetivo el alejar definitivamente a la ciencia de la metafísica, a partir del desarrollo de la lógica de Russell.

Crítica de Popper

A poco andar, surgieron muchas críticas desde los mismos fundadores del Círculo de Viena, siendo una de las más fuertes la de Karl Popper. Éste plantea que el objetivo de cimentar todo el conocimiento científico en lo empírico es irrealizable, cuestión que pronto es aceptada por el Círculo de Viena. De esta manera el positivismo lógico evoluciona hacia el racionalismo crítico (falibilismo), que se separa de aquél en cuando desprecia la inducción y vuelve a darle preponderancia a la teoría, y a la correspondiente deducción.

Una de sus propuestas más destacadas es la de la investigación empírica para la comprensión de los fenómenos sociales, de la estructura y el cambio social (razón por la que se le considera padre de la sociología como disciplina científica). Comte presenta a la historia humana en tres fases o estadíos:

1. Estado teológico: corresponde a la infancia de la humanidad; en esta época el hombre da explicaciones fantásticas de los fenómenos naturales, utiliza categorías antropológicas para comprender el mundo y técnicas mágicas para dominarlo.

2. Estado metafísico: las explicaciones son racionales, se busca el porqué de las cosas y se sustituye a los dioses por entidades abstractas y términos metafísicos.

3. Estado científico o positivo: es la definitiva. Ya no se busca el porqué sino el cómo, el conocimiento se basa en la observación y la experiencia y se expresa con el recurso de la matemática. Se busca el conocimiento de las Leyes de la Naturaleza para su dominio técnico.

Además afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén más allá de lo dado, de lo positivo y niega que la filosofía pueda dar información acerca del mundo, esta tarea corresponde exclusivamente a las ciencias. Entre las corrientes positivistas se puede mencionar al positivismo analítico y el positivismo sociológico y realista.

El positivismo en la historiografía

Es en el siglo XIX, en la academia alemana, donde se presenta a la par una interpretación, que hasta nuestros días sigue presente (en menor medida): el positivismo. Leopold von Ranke (1795-1886), con su trabajo, logra institucionalizar la historia. La cual pretende caer en una visión cientificista de la historia; el Historicismo, por su parte, retoma esos aspectos y los adapta. “(…) al abrigo de una concepción del fluir temporal humano y social como proceso causal inmanente, irreversible y racional y ya no sólo como mera sucesión cronológica de acontecimientos.” Lo cual tiene como consecuencia una gran ruptura, pero conservando esa idea de los grandes hombres como agentes históricos, que determinan el devenir pues solo cambia la metodología; con la manera de interpretar y escribir la historia. En esta interpretación se puede ver un factor determinante. “En todas estas obras rankeanas estaba presente el llamado ‘primado de la política exterior’ (Primat der aussenpolitik): la idea de que los Estados y sus gobernantes son los agentes principales del devenir histórico y sus relaciones, conflictos y negociaciones constituían la materia esencial de la investigación histórica.” Todo esto a través de una metodología nueva, que pretendía un apego incondicional al documento original y la investigación archivística, por lo cual pretende aspirar a que su obra tenga un valor nuevo, ya que: “(…) la historia tiene por misión enjuiciar el pasado e instruir el presente en beneficio del futuro (…) nuestra pretensión, es más modesta: tratamos, simplemente, de exponer cómo ocurrieron, en realidad, las cosas.”, con lo que se pretende, de igual forma, la supresión de cualquier interpretación por parte del historiador. Pues son estos documentos o reliquias, los que: “(…) permitiría establecer los hechos, que casi hablaban por sí mismos, y proceder a reconstruir una imagen real y verdadera, objetiva, del pasado tal y como ‘realmente sucedió’ (…) [el cual] ofrecería un relato histórico que fuese una reproducción conceptual, científica, del pasado, libre de juicios valorativos, independiente y ajena a las opiniones y creencias particulares del profesional.”

Lo anterior se justificara unos años después, pues no hay que perder de vista el contexto histórico, pues, “Aquí se proclama, la vinculación entre industria, burguesía y nación” que tiene como consecuencia: “En particular, la sacralización del Estado nacional y el culto a las virtudes militares que potenció esta corriente historiográfica recibieron sanción oficial durante la Alemania guillermina (1871-1918), dada su perfecta compenetración con un Estado autoritario y plenamente industrializado, cuya principal obsesión era contener la democratización política y el avance de un potente movimiento obrero socialdemócrata aunque fuera a costa de una arriesgada política de expansión exterior en Europa central y orienta.”

De acuerdo a lo anterior, no tratamos de juzgar al positivismo, simplemente que resulta excesivo, por el trasfondo que tiene esa intención de usar los puros documentos de archivo porque estos son hechos por sectores dominantes, esto da como resultado una idea bastante pragmática, que sólo se orienta a mejorar la organización y no a observar las distintas interrelaciones de los distintos sectores sociales a favor de justificaciones ideológicas: “Yo, por lo menos, no acierto a creer que nadie que piense cuerdamente se atreva a sostener que el conocimiento del pasado no sirva para ser aplicado con provecho al presente y al porvenir, es decir, que no exista ninguna estrecha relación con la política.”. El inconveniente que se deriva de esta situación es la interpretación de la historia dentro de un contexto bastante cerrado, donde sólo se toma en cuenta a los grupos de poder, al menos, es evidente en la crítica anterior, donde, los elementos que figuran en el ideal del positivismo son: la burguesía y sus intenciones de industrialización y el Estado. Pues: “A veces se dice con mucha rapidez e injusticia que toda esa conservación y esa rémora para cambiar era simple producto de una posición ideológica que convenía conservar para encubrir situaciones de injustita económica, política y social. Pero esto es simplificar en exceso; no se piense que muchas veces puede verse una teoría anterior como mejor que una nueva con suficientes razones y, por lo mismo, con el derecho de seguir sosteniéndolo.”

E. P. Thompson, al menos, hace una consideración importante al respecto de esta opinión, puesto que, en su crítica a la visión marxista, menciona que es muy difícil concebir a los grupos sociales sin ninguna interacción que produzca alguna necesidad o idea nueva; relacionando esto desde el punto de vista de los héroes, podemos decir que, gracias a esta interrelación que observa Vilar y el contexto histórico que nos presenta Moradiellos, se puede derivar cómo se transformará la justificación sobre la historia e incluso sobre la función que va tener el héroe en la sociedad y su relación con la política.

Otro factor importante que tiene el aspecto de los héroes es: ¿Cómo eran las perspectivas en el inicio y cómo lo son ahora? Consideremos que los héroes, en el aspecto social, han estado presentes en el devenir histórico de todo grupo humano, desde muy temprano, en palabras de Thomas Carlyle sería definido así: “(…) el reformador batallaroso es también un fenómeno necesario e inevitable de tiempo en tiempo”. Interpretando el aspecto que menciona de reformador, está claro que observa un factor de cambio en el héroe; pero, existen diferentes consideraciones para tratar de definir este concepto, uno de ellos es el que presenta este mismo autor que, interpretando el punto de vista que se comentó a principio de este trabajo, tiene una visión antropocéntrica sobre el surgimiento de los héroes, donde está claro que ellos han de surgir a través de los cambios y necesidades, puesto que, la sociedad siempre ha presentado procesos y estados variables en cuanto a su estructura, es por eso que las expresiones de “fenómeno” y “de tiempo en tiempo” mencionadas en la cita dan por claro que las sociedades no serán estáticas, que, tanto la sociedad como sus formas políticas, presentarán ciertas sensibilidades mutuas. Esto, aplicado en el aspecto de los héroes será también un factor que aprovecharán para su desarrollo, por eso es necesario tomar en cuenta al pueblo.

Es por eso que lo propuesto por Carlyle es comparado con Jules Michelet, y que, si bien su enfoque no es del todo relativo a los héroes, considera que la sociedad va a jugar un gran papel en el cambio, tanto político como social. Pero que puede relacionarse con el aspecto de los héroes, ya que, si complementamos este argumento con el que propone Michelet sobre el pueblo, derivar la idea de que ambos elementos, tanto individuo como sociedad deben tener una relación para que la imagen del héroe se consolide, de igual manera esta idea se sustenta en la interpretación de la escuela germana, principalmente por Ranke, y perfeccionada por sus seguidores; tales como Heinrich von Sybel, Johann Gustav Droysen, Treitschke. Todo esto tiene como fin la consolidación del Estado y sus grandes hombres.

Consolidado este aspecto de los héroes se tiene como consecuencia también la formación de los aspectos útiles que la sociedad va ir tomando de esto, pues, en un primer momento para Carlyle, el héroe es un individuo que sobresale de la sociedad y que, por mérito propio llega a convertirse en un elemento importante y de cambio dentro de la sociedad; mientras que Michelet suprime al individuo ante la sociedad, una sociedad que compone a una nación que debe ser justificada.

Gracias a ello, ya apoyado en las ideas de Thompson, el héroe viene a ser un producto de la relación entre el individuo como lo concibe Carlyle y la sociedad que observa Michelet, y de esa forma se puede ver en la escuela germana, la cual justifica su nación con un cambio en la interpretación. Como resultado de esta interrelación de ambos conceptos, se va a generar como consecuencia, que se llegue a dar, mediante las diversas relaciones, este fenómeno: “En el siglo XVIII, esta cultura no es vieja ni insegura. Transmite vigorosamente –y quizás incluso genera- formas de comportamiento ritualizadas y estilizadas, bien como recreación o en forma de protesta.” Independientemente de que se desarrolle su objeto de estudio en el s. XVIII, el aporte de los héroes viene a ser esto, claro, sin olvidar las citadas relaciones que se mencionan, por lo que también hay que dejar claro que la dialéctica va a jugar un papel fundamental para que esta dinámica funcione.

Esta idea, parte desde de las revoluciones sociales y de sus personajes importantes que producen un cambio en la estructura social y política de un grupo. Para fundamentar esta idea, encontramos que Michelet, tiene un punto de vista popular y que lo valida con aspectos relacionados con el nacionalismo nutrido de la identidad del pueblo: “Toda la diversidad de nuestros trabajos germinó desde una misma raíz viva: el sentimiento de la Francia y la idea de la Patria. Recibid pues este libro del Pueblo porque él es vos y él es yo.” Se abre la perspectiva que presenta Carlyle sobre los héroes, ya que la observación de Michelet le otorga ciertos aspectos dinámicos. Importante también el aspecto similar a lo que dice Carlyle respecto a los héroes: “(…) fueron los pobres quienes adoptaron a los niños huérfanos. La facultad de abnegación, la capacidad de sacrificio, es, lo confieso, mi medida para clasificar a los hombres. Quien las posee en más alto grado, es el que más cerca está del heroísmo. Las virtudes superiores del espíritu, que en parte son el resultado de la cultura, no pueden jamás parangonarse con estos atributos soberanos.”

De acuerdo a lo anterior, si bien presenta cierta subjetividad para validar lo que está explicando, menciona al sacrificio y la abnegación del ser humano como un factor importante para lograr ser un héroe. Confrontado esto con Carlyle: “El derecho de libre examen subsistirá en pleno vigor mientras existan en el mundo hombres verdaderos. El hombre verdadero cree con toda la plenitud de su criterio, con toda la luz y discernimiento que en él reside, y siempre creyó de esta manera.” Ambos autores consideran válido que el individuo, el héroe, es un producto de ciertas virtudes personales que, posteriormente, mediante el elemento de la dialéctica y las relaciones con el pueblo se irán desarrollando planamente.

Ahora bien; Michelet valida este aspecto social del héroe desde el punto de vista empírico, pues es importante considerar que en el inicio de su obra dice: “Ha salido de mi experiencia, mucho más que de mi estudio. Lo extraje de mi observación, de mis relaciones de amistad y de vecindad.” Mientras que Carlyle valida sus argumentos, primero, en la naturaleza del hombre, infiriendo que sus observaciones las hizo sobre la forma en que han procedido personajes importantes en diversas situaciones, disimuladamente puede verse reflejado en este apartado: “Hay, además, en la naturaleza del hombre un hecho importante, y es el de considerar su propia ciencia o conocimiento que de las cosas que posee como resultado final, y de proceder en consecuencia sobre tal hecho.” Por ello, ese aporte en la metodología de la escuela germánica, es relevante; pues, ya no se pude hacer una interpretación a priori, sino mediante los documentos y reliquias que nos dejan nuestros antepasados, mediante una investigación archivistita y científica.

Basándonos en el argumento anterior, podemos decir que las formas de validación de cada autor y su corriente historiográfica, son aspectos, que, si bien son diferentes se complementan: la experiencia y la observación –en este caso, teórica-, sin embargo, notamos que sólo se está validando el argumento de las características personales que va a tener el héroe para su formación, a diferencia de la escuela germana, la cual tendrá como consecuencia la creación de un paradigma que podemos considerar, hoy día, tradicional que tendrá una ruptura en el siglo XX, la cual se revisara mas adelante.

Por otra parte, Thompson considera que el pueblo va a jugar un papel importante en la formación de los héroes, pues este el que busca quien valide o justifique su ideología o intereses. Menciona, además que esto se va a dar mediante el elemento dialéctico que va a reconciliar a los distintos grupos existentes en la sociedad. Al menos, de acuerdo con lo que se propuso anteriormente, encontramos que el héroe va a estar validado por sus cualidades personales, así como de la dialéctica que se tenga entre el héroe y el pueblo que lo aclama como tal. En palabras de Bloch podemos reforzar este argumento cuando observa que: “¿Pasamos de los individuos a la sociedad? Como ésta, considérese como se le considere, no puede ser, después de todo, no digamos una suma (lo cual sería quedarse corto), sino por lo menos un producto de las conciencias individuales, nadie se extrañará de encontrar en ella el mismo juego de perpetuas interacciones.”

Infiriendo de lo anterior, el héroe será un producto de sus características personales, desarrolladas, claro, de las relaciones que establezca con su sociedad. Pues “Los hombres cuyos actos estudia el historiador no fueron individuos aislados que obraron en el vacío: actuaron en el contexto, y bajo el impulso, de una sociedad pretérita.” En consecuencia debemos tener muy en cuenta, hoy en día, la dialéctica que advierte Thompson; de lo contrario se puede seguir hablando de grandes hombres o Estados, que parecieran flotar en un mundo interno y no interactuando con su sociedad.

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